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lunes, 29 de octubre de 2007

Hermana Carmen Duarte


«Yo no estaba en mi casa, sino en otra donde aprendía a bordar. Cuando llegué, mi madre lloraba y mi hermano ya no estaba. Se lo habían llevado. No le volví a ver nunca más. Lo mataron salvajemente, como a un animal. Por eso creo que con esta beatificación se hace justicia. Aquel martirio le ha servido para alcanzar tanta gloria». A pesar de sus 87 años, la monja de clausura de la orden de las Carmelitas Descalzas Carmen Duarte conserva perfectamente en la memoria lo que sucedió aquel 7 de noviembre de 1936 en la localidad de Yunquera, cuando los milicianos se llevaron a Juan Duarte para fusilarlo el 15 de aquel mes. Hoy Duarte, junto a Enrique Vidaurreta, será elevado a los altares en la ceremonia de beatificación de 498 religiosos asesinados durante la Segunda República y la Guerra Civil española que se celebrará en la plaza de San Pedro de Roma, presidida por el cardenal José Saraiva, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Tras ser apresado junto a otros dos seminaristas, Duarte fue llevado a Álora, donde fue sometido a torturas: palizas, introducción de cañas bajo las uñas, aplicación de corriente eléctrica en sus genitales y paseos por el pueblo entre burlas. Incluso le introdujeron en su celda una muchacha joven para seducirle, lo que no consiguió. Tras todos estos internos para hacer que renegara de su fe, la noche del día 15 se le llevó a un lugar apartado, se le abrió en canal con un machete, le llenaron de gasolina el vientre y le prendieron fuego, murió perdonando y gritando. «¿Ya lo estoy viendo,... ya lo estoy viendo!».

Desde su convento de clausura de Ronda, su hermana Carmen acudirá, a pesar de sus problemas de movimiento, confirma que acudirá «emocionada» a Roma para asistir a la beatificación. «Era una persona muy querida en el pueblo, daba catequesis, llevaba a los niños de excursión, ayudaba a mis padres en el campo,... era muy buena persona, un auténtico santo», rememora Carmen, la única de sus cinco hermanos que queda con vida.

Junto a ella estarán otros familiares, entre ellos el diputado socialista José Andrés Torres Mora, sobrino-nieto de Duarte y ponente de la Ley de Memoria Histórica. Desde la Ciudad del Vaticano Torres Mora afirma que acude «con el mismo orgullo personal y satisfacción» que los familiares del resto de beatificados. «Es justo que la iglesia, como organismo privado, beatifique a su mártires, como también lo es que el Estado haga una ley, como la de Memoria Histórica, para dignificar a todas las víctimas, sin distinción, que sufrieron en la Guerra Civil y el franquismo por la defensa de sus ideas», subraya, al tiempo que recuerda que en su familia se «hablaba poco de lo que le sucedió al tío Juan» porque la mera evocación «era muy dolorosa».

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