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martes, 30 de octubre de 2007

Juan Duarte: uno de entre nosotros

Mártires del Seminario
Rectorado Seminario 15/11/2006

15 de noviembre. Fecha en la que en el 2006 hacemos 70 años de la muerte de nuestro mártir JUAN DUARTE, aquel joven de 24 años, natural de Yunquera (Málaga), seminarista, Diácono. Conmemoramos su martirio.

De los 178 mártires seminaristas, religiosos y sacerdotes que tuvo la iglesia malagueña entre 1934 y 1938, Juan Duarte quizás fue el más sobresaliente de todos. En 1936, desde el 7 de noviembre al 15, diariamente interrogado, vejado y torturado... hasta rociarlo de gasolina y quemarlo vivo en un arroyo.

Y el muchacho, a sus 24 años, teniendo muy claras dos cosas: que "El Señor triunfará", y que "¡Viva Cristo Rey!".

Viene bien confrontar estas jornadas de su martirio con el martirio de los personajes bíblicos del libro primero de los Macabeos: hubo quienes adoptaron las costumbres paganas, se acomodaron a los usos paganos, y... acabaron poniendo sobre el altar un ara sacrílega. Pero otros (Eleazar, los 7 hermanos con su madre...) valoraron más la Ley de la Alianza, el buen ejemplo a los jóvenes y la honra personal... y dieron su vida al Señor.

Es momento para agradecer a Dios la fuerza que da a sus testigos, para admirar y ensalzar en éstos la excelente disponibilidad y entrega de su vida, para reflexionar y aprender todos nosotros: ¿Y yo qué estoy haciendo con mi vida?

Esa capacidad se la dio el Señor, y Juan Duarte supo corresponderla. Nuestro Seminario fue ámbito educativo donde él se forjó y aprendió a vivir de esta forma.

Agradecidos a Dios, pidamos hoy por el Seminario, por nuestros seminaristas, por las vocaciones que necesitamos de total entrega para servir al Evangelio. Y pidamos por la vida personal de cada uno de nosotros.

¡Que el Señor no nos permita ser MEDIOCRES. Que nos haga SANTOS!

Santos al estilo de la letra (de José Mª Campos Giles) de la canción que se cantaba en el Seminario en la posguerra:

"Señor, aquí estoy,
grano de trigo soy,
segado y trillado en tus eras.

Señor, cuando quieras me puedes moler,
que yo quiero ser
polvillo de harina
que forme tus hostias de amor.

¡No tardes si quieres, Señor!
¡Oh mi Dios, molinero!
Echa a andar tu molino harinero
y muele la harina,
que quiere ser hostia de amor.

Señor, ¡que te espero!
Empuja la rueda, dolor.

Señor, Señor,
aquí estoy.

Señor, aquí estoy,
aquí estoy".

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